Discurso | Mes naranja

Diciembre 8, 2017

Me gustaría hacer una reflexión sobre el Mes Naranja, el cual sabemos hace alusión a la concientización para la erradicación de la violencia particularmente sufrida por las mujeres. 



Durante todo el mes de noviembre (#MesNaranja), se impulsó en la agenda nacional la visibilización y la necesidad, no sólo durante un periodo determinado de días, de tomar acciones encaminadas en la eliminación de la violencia de género en nuestro país. 

Como se hizo público, en México la violencia afecta a la población en general, particularmente a las mujeres y no es novedad esta conducta arraigada en nuestro país. 

De acuerdo a datos de la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016, confirmó que todavía el 66% de las mujeres mayores de 15 años afirman sufrir violencia solo por el hecho de ser mujeres; 6 de cada 10 alguna vez lo han sufrido en su vida, esto sin considerar las cifras de violencia contra las niñas. 

Como autoridad electoral, me parece no podemos escapar o eludir este tema que afecta a nuestra sociedad y que incluso en nuestro ámbito ha permeado. 

Este año la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales detectó 60 casos de denuncias de mujeres que contendieron por un cargo político y se vieron de alguna manera obstaculizadas en el ejercicio de sus funciones por estas conductas.

También ha sido por todos conocidos casos lamentables dentro de tribunales y órganos electorales de nuestro país. Casos como el de la magistrada Mónica Aralí o el de la ex consejera electoral Palmira Tapia en el estado de México, quienes han sufrido violencia política de género debe de erradicarse de nuestro país y nuestro ámbito electoral. 

Escuchar o leer en medios de comunicación, redes sociales o algún otro espacio de debate público ideas que demeriten o pretendan que tanto hombres como mujeres sean incapaces del desarrollo profesional por sus propios méritos, en la actualidad me parece anticlimático, anticuado y fuera de toda lógica. 

En el libro La Gran Telaraña: Violencia contra la mujer con una mirada de género, Silvina Bentivegna, explica la violencia como un tema álgido en el cual se produce un daño real o potencial para la salud, el desarrollo y la dignidad de la persona que lo sufre, de allí la importancia de combatirla a tiempo.

Las etapas del ciclo de la violencia son 3:

  • De acumulación de tensión; esta etapa puede durar años y se va dando en episodios que terminan en roces permanentes.
  • Del golpe; en la cual se da el acto de violencia mismo que se convierte en un detonador de la víctima para solicitar apoyo, y
  • De idealización, cuando el agresor muestra arrepentimiento. Generalmente éste es el momento en donde esta situación se transforma en algo habitual y se naturaliza si se consiente por la víctima.

Y son un escalamiento de violencia en las relaciones de poder establecidas. 


Considero prudente señalar que no solo el maltrato físico es una forma de violentar a un individuo, también existen otras formas como el descalificar, ridiculizar, ofender y humillar en público las cuales se van dando a través de manifestaciones sutiles tanto en las escuelas como en la familia, en la calle, el trabajo y ahora en las populares redes sociales. 

Si bien como funcionarios y funcionarias estamos sujetos a un profundo escrutinio tanto de la sociedad como los medios, bajo ninguna circunstancia debemos permitir que existan expresiones para con nuestra persona. Por lo que es obligación de todas y todos aquellos que padecen de este tipo de actos visibilizarlo y romper con ello este ciclo.

Si bien como autoridad electoral nuestro reto inmediato es la organización de la elección de 2018, la más grande y compleja de nuestro estado, también es cierto que el contexto nacional plantea un escenario difícil para el ejercicio de los derechos político electorales y el respeto y cuidado de los mismos. 

Considero este OPLE es y debe seguir siendo el espacio de defensa de estos derechos. Como autoridad electoral y ente público, creo que debemos ser enérgicos y continuar impulsando cambios concretos que ayuden en la erradicación de estos problemas. 

Me congratulo por la postura de este colegiado en la creación de acuerdos que fomenten y garanticen los derechos de las y los veracruzanos. 

La inclusión del lenguaje incluyente, que si bien era pasado por alto, su omisión constituye un acto de violencia, la implementación de la paridad de género en la integración de regidurías, entre otras buenas prácticas que nos han llevado a corregir el tipo de situaciones antes mencionadas. 

Para nuestro estado esto implica una alerta y una oportunidad de analizar las acciones realizadas y lo que está pendiente. Y si queremos hacer de esto una realidad, me refiero a una convivencia pacífica, sólo con la lucha y exigencia permanente lo lograremos. 

Debemos ejercer presión y combatir la violencia de frente, hablarlo en lo público y no dejarse intimidar pues precisamente eso busca el agresor, callar las voces de quienes no comparten su opinión. 

Ansío el día en que mujeres y hombres nos veamos como pares, con los mismos derechos y obligaciones en todos los ámbitos, no como competencia si no como aliados, como seres humanos.


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