Los efectos de nuestra dependencia al voto presencial
Mayo 26, 2020 | Xalapa, Veracruz
Juan Manuel Vázquez Barajas
Juan Manuel Vázquez Barajas
Es poco probable que este año se lleven a cabo elecciones en nuestro país. En el
mes de abril, el Consejo General del INE decidió aplazar los comicios en los estados
de Coahuila e Hidalgo dado el riesgo que presentaban para la actual crisis de salud
pública que enfrenta el país y el mundo.
El llamar a los ciudadanos a acudir a votar forzaría una decisión entre cuidar su salud y su derecho a sufragar. Si bien el INE tomó la decisión más apropiada para este caso, también es cierto que la crisis ha evidenciado una debilidad importante de nuestro sistema electoral: su nivel alto de dependencia al voto presencial.
Las raíces de este problema surgen de una profunda desconfianza en nuestro país hacia los sistemas informáticos para el cómputo electoral. Resumida en el dicho célebre “papelito habla”, se basa en la creencia que el tener un comprobante físico del voto es un candado de seguridad frente al fraude.
Lamentablemente, esto no es así.
La mayoría de las y los ciudadanos desconoce las diversas flaquezas del voto manual; principalmente, lo vulnerable que es a ser interceptado durante el periodo de traslado físico a los centros de cómputo y el margen que abre a la discreción de las autoridades para su interpretación.
Es por ello que la ciudadanía tiende a ver diferencias entre lo que puede marcar un PREP, el cual se produce con el cómputo en casilla, y el resultado final que es determinado por los consejos electorales o por un tribunal en ciertos casos.
Desde mi óptica, esta situación presenta un callejón sin salida para fomentar la confianza de la ciudadanía. Por un lado, es complicado experimentar con mecanismos de voto electrónico porque se desconfía de ellos, y por otro se sigue generando confusión al tener varianzas entre resultados preliminares y definitivos.
No obstante, esta coyuntura presenta condiciones para repensar nuestro modelo de votación y posiblemente ver la luz al final del túnel. Es incierto cuándo haya condiciones para reanudar los dos procesos electorales programados para este año, pero es posible que la pandemia llegue a impactar las elecciones intermedias del 2021. Ante ese escenario, es importante que se planteen alternativas y se considere seriamente la modernización del sistema electoral.
En un nivel muy básico, dicho proceso debe contemplar la sistematización del voto en México. El mecanismo más sencillo para hacer esto es enmarcar las opciones de voto dentro de un sistema que reduzca, o elimine, el margen de ambigüedad en el sentido del voto. Los sistemas electrónicos permiten hacer esto sin mayor problema, por lo que acotan espacios de discrecionalidad de la autoridad para interpretar por quién votó el ciudadano.
Transitar hacia este modelo no solo podría prevenir la contradicción entre los resultados preliminares y definitivos, sino que permitiría inclusive prescindir de esta duplicidad. Una sistematización efectiva también permitiría aliviar la carga impuesta a los funcionarios de casilla, quienes actualmente tienen que lidiar con un esquema complicado de escrutinio manual. Terminado este conteo, la información se puede transmitir de forma automática a los centros de cómputo y publicarse con la misma (o mejor) eficiencia que actualmente se logra con el PREP.
Otra forma en la que se debe pensar esta modernización es con la posibilidad de tener mecanismos de voto remoto. El propio INE ya ha desarrollado un piloto para el voto de los mexicanos en el extranjero, que implica el uso de una llave electrónica única para cada usuario.
Si bien no todos los mexicanos tendrán acceso a los recursos materiales necesarios para este mecanismo, ello no debería inhibir la experimentación de estos. En todo caso, puede ser una forma de facilitar la participación ciudadana e incrementar el número de votantes en una elección. Tomando en cuenta la situación actual, podría reducir la afluencia física a las casillas, disminuyendo así el riesgo de contagio que pudiera presentarse en estos puntos.
El llamar a los ciudadanos a acudir a votar forzaría una decisión entre cuidar su salud y su derecho a sufragar. Si bien el INE tomó la decisión más apropiada para este caso, también es cierto que la crisis ha evidenciado una debilidad importante de nuestro sistema electoral: su nivel alto de dependencia al voto presencial.
Las raíces de este problema surgen de una profunda desconfianza en nuestro país hacia los sistemas informáticos para el cómputo electoral. Resumida en el dicho célebre “papelito habla”, se basa en la creencia que el tener un comprobante físico del voto es un candado de seguridad frente al fraude.
Lamentablemente, esto no es así.
La mayoría de las y los ciudadanos desconoce las diversas flaquezas del voto manual; principalmente, lo vulnerable que es a ser interceptado durante el periodo de traslado físico a los centros de cómputo y el margen que abre a la discreción de las autoridades para su interpretación.
Es por ello que la ciudadanía tiende a ver diferencias entre lo que puede marcar un PREP, el cual se produce con el cómputo en casilla, y el resultado final que es determinado por los consejos electorales o por un tribunal en ciertos casos.
Desde mi óptica, esta situación presenta un callejón sin salida para fomentar la confianza de la ciudadanía. Por un lado, es complicado experimentar con mecanismos de voto electrónico porque se desconfía de ellos, y por otro se sigue generando confusión al tener varianzas entre resultados preliminares y definitivos.
No obstante, esta coyuntura presenta condiciones para repensar nuestro modelo de votación y posiblemente ver la luz al final del túnel. Es incierto cuándo haya condiciones para reanudar los dos procesos electorales programados para este año, pero es posible que la pandemia llegue a impactar las elecciones intermedias del 2021. Ante ese escenario, es importante que se planteen alternativas y se considere seriamente la modernización del sistema electoral.
En un nivel muy básico, dicho proceso debe contemplar la sistematización del voto en México. El mecanismo más sencillo para hacer esto es enmarcar las opciones de voto dentro de un sistema que reduzca, o elimine, el margen de ambigüedad en el sentido del voto. Los sistemas electrónicos permiten hacer esto sin mayor problema, por lo que acotan espacios de discrecionalidad de la autoridad para interpretar por quién votó el ciudadano.
Transitar hacia este modelo no solo podría prevenir la contradicción entre los resultados preliminares y definitivos, sino que permitiría inclusive prescindir de esta duplicidad. Una sistematización efectiva también permitiría aliviar la carga impuesta a los funcionarios de casilla, quienes actualmente tienen que lidiar con un esquema complicado de escrutinio manual. Terminado este conteo, la información se puede transmitir de forma automática a los centros de cómputo y publicarse con la misma (o mejor) eficiencia que actualmente se logra con el PREP.
Otra forma en la que se debe pensar esta modernización es con la posibilidad de tener mecanismos de voto remoto. El propio INE ya ha desarrollado un piloto para el voto de los mexicanos en el extranjero, que implica el uso de una llave electrónica única para cada usuario.
Si bien no todos los mexicanos tendrán acceso a los recursos materiales necesarios para este mecanismo, ello no debería inhibir la experimentación de estos. En todo caso, puede ser una forma de facilitar la participación ciudadana e incrementar el número de votantes en una elección. Tomando en cuenta la situación actual, podría reducir la afluencia física a las casillas, disminuyendo así el riesgo de contagio que pudiera presentarse en estos puntos.
Ganar la confianza de la ciudadanía requiere de acciones contundentes, tales como reducir los niveles existentes de discrecionalidad, habilitar mayores mecanismos de participación y mejorar la eficiencia de la transmisión de resultados.
En el espíritu de fomentar el diálogo acerca de estos temas, el Organismo Público Local Electoral del estado de Veracruz y la Universidad Cristóbal Colón se han aliado para generar un espacio de debate virtual. Durante las siguientes semanas, expertos electorales nacionales e internacionales estarán discutiendo cuestiones como el voto por internet, la seguridad del voto electrónico y las posibilidades del parlamento digital.
Creemos que espacios como estos deben nutrir las decisiones de ideas y propuestas basadas en las experiencias que vemos alrededor del mundo. El Webinar: Implementación del voto electrónico en países democráticos tiene lugar cada martes de 12:00 a 13:30 horas hasta el 7 de julio de 2020, a través de las redes del OPLE Veracruz y la Universidad Cristóbal Colón.
Creemos que espacios como estos deben nutrir las decisiones de ideas y propuestas basadas en las experiencias que vemos alrededor del mundo. El Webinar: Implementación del voto electrónico en países democráticos tiene lugar cada martes de 12:00 a 13:30 horas hasta el 7 de julio de 2020, a través de las redes del OPLE Veracruz y la Universidad Cristóbal Colón.
Mèxico debe de adoptar las tecnologìaas emergentes para organizar y calificar las elecciones de nuestras autoridades gubernamentales y por medio de las TICs permitir que los Ciudadanos podamos ejercer nuestro derecho al sufragio, Junnisin Garcìa Ramìrez #PozaRica #VeracruzLlave
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