Opinión | Paridad efectiva, CON reelección


Paridad efectiva, CON reelección

Juan Manuel Vázquez Barajas

Septiembre 10, 2020 | Xalapa, Veracruz

Se aproximan las elecciones intermedias de 2021 y con ellas el primer reto para la paridad de género. Comienza un debate acerca del derecho de las y los legisladores a la reelección si, por consecuencia de la votación, esta se contrapone con la composición paritaria en la Cámara de Diputados.

La reforma a nuestro marco electoral ha hecho de la paridad un principio progresivo de suma importancia para la vida política del país. Consiste en reconocer la exclusión sistemática e histórica que han sufrido las mujeres en México, y por lo tanto procura que nuestros órganos públicos incorporen una representación igualitaria entre hombres y mujeres. 

Los pasos decisivos que se tomaron para las elecciones del 2018 resultaron en que 241 de las 500 diputaciones federales fueran ganadas por mujeres, al igual que 63 de las 128 senadurías.[1] En nuestro estado vimos resultados similares, ya que 25 de las 50 diputaciones locales son ocupadas por mujeres, resultando en una paridad perfecta.[2]

Sin duda, el hecho de requerir que la mitad de las candidaturas partidistas sean lideradas por mujeres facilita que la integración legislativa final favorezca la paridad. No obstante, los mecanismos que hemos creado para tal efecto funcionan bajo una serie de supuestos que no necesariamente se sostendrán en todas las elecciones a futuro.

Para empezar, podemos ver una característica de las elecciones de 2018 que favorecieron la integración paritaria: el porcentaje de distritos ganados por una sola fuerza política. A nivel federal, los partidos que conformaron la coalición Juntos Haremos Historia ganaron 218 distritos de mayoría relativa, 73% del total.[3] Tomando en cuenta que la mitad de las candidaturas son ocupadas por mujeres, si una fuerza gana una proporción mayor de los distritos, por consecuencia la integración tiene mayor probabilidad de ser paritaria. En Veracruz hubo un fenómeno similar, con 67% de las diputaciones locales de mayoría relativa siendo ganadas por una sola coalición.[4]

Sin embargo, no todas las elecciones pueden producir un resultado de este tipo. Dependiendo de los resultados en las elecciones distritales, es posible que se elija a una cantidad desproporcionada de hombres por mayoría relativa. En Veracruz tuvimos esa experiencia en las elecciones municipales de 2017, donde a pesar de garantizar candidaturas paritarias, el 74% de los presidentes municipales electos fueron varones.[5]

Para efectos de ejemplificar, utilicemos un caso hipotético para las elecciones de 2021: Al cierre del conteo, los resultados rebotan que 250 diputados federales electos son hombres y solamente 50 son mujeres. Evidentemente, en este caso no se va a cumplir la paridad, ya que la distribución de las 200 diputaciones restantes de representación proporcional tiene que ser paritaria. Entonces, nuestra Cámara de Diputados federal terminaría con una integración final de 350 hombres y solo 150 mujeres; 70% de los diputados serían hombres.

Las autoridades han hecho lo posible para implementar medidas que prevengan este tipo de asimetrías. Una de ellas ha sido el procurar que los partidos no discrimen a las candidatas mujeres, asignándoles contiendas con pocas probabilidades de ganar y privilegiando elecciones más seguras para candidatos varones.

Esta medida supone que las preferencias partidistas en una localidad no varían drásticamente de una elección a la siguiente, pero esto tampoco es un supuesto que se sostenga. Las elecciones de 2018 fueron muestra de ello, donde Juntos Haremos Historia arrebató distritos a otras fuerzas políticas que se consideraban bastiones desde décadas atrás.

Ahora llegamos a la cuestión que hace a las elecciones del 2021 únicas en la historia de nuestra democracia, la introducción de la reelección legislativa. Si vemos un nivel alto de reelección, entonces es probable que no haya mayor problema en mantener la paridad en la Cámara baja, ya que habría pocos cambios en las elecciones de mayoría relativa y la distribución proporcional siempre es paritaria. Caso contrario, si vemos cambios drásticos en las elecciones distritales, se abre la posibilidad para un escenario como el que hemos ilustrado.

Ante estas posibilidades, es importante que el legislativo, tanto federal como los locales, planteen soluciones para garantizar la paridad en la integración de los Congresos. Hacerlo podría vulnerar los derechos de ciertos legisladores a ser reelectos a futuro, por lo que es importante realizar ponderaciones correspondientes. Si se opta por limitar la competencia en la mitad de los distritos de mayoría relativa únicamente a mujeres, entonces se podría desplazar a ciertos legisladores electos por el voto popular.

Otra opción podría ser adaptar la asignación de representación proporcional a los resultados de mayoría relativa para garantizar paridad.

Regresando a nuestro ejemplo hipotético; si los resultados distritales arrojaran 250 hombres y 50 mujeres, lo correspondiente sería que las 200 diputaciones plurinominales fueran todas mujeres. De esta forma, se mantendría la paridad y se privilegiaría el derecho a reelección para los legisladores que opten por obtener el voto directo.

El presidente del Instituto Nacional Electoral ya adelantó que este órgano empezará a formular lineamientos para garantizar la paridad en las elecciones del 2021, a pesar de no contar con legislación guía en la materia. Hace unos meses, la propia Cámara de Diputados envió un proyecto de ley al Senado donde se incorporan lineamientos para la reelección en 2021.

El consenso parece ser claro, la paridad va. Ello no significa que debamos botar la reelección a la basura, sino que debemos procurar la mejor forma para garantizar un principio sin vulnerar al otro. La democracia nos exige garantizar derechos, no basta con solo procurarlos.

Quizá es hora de cambiar el viejo lema a: Paridad efectiva, CON reelección.

Texto publicado en El Heraldo de Xalapa el 10 de agosto de 2020


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