Paridad efectiva, CON reelección
Se
aproximan las elecciones intermedias de 2021 y con ellas el primer reto para la
paridad de género. Comienza un debate acerca del derecho de las y los
legisladores a la reelección si, por consecuencia de la votación, esta se
contrapone con la composición paritaria en la Cámara de Diputados.
La
reforma a nuestro marco electoral ha hecho de la paridad un principio
progresivo de suma importancia para la vida política del país. Consiste en reconocer
la exclusión sistemática e histórica que han sufrido las mujeres en México, y
por lo tanto procura que nuestros órganos públicos incorporen una
representación igualitaria entre hombres y mujeres.
Los
pasos decisivos que se tomaron para las elecciones del 2018 resultaron en que
241 de las 500 diputaciones federales fueran ganadas por mujeres, al igual que
63 de las 128 senadurías.[1] En nuestro estado vimos
resultados similares, ya que 25 de las 50 diputaciones locales son ocupadas por
mujeres, resultando en una paridad perfecta.[2]
Sin
duda, el hecho de requerir que la mitad de las candidaturas partidistas sean
lideradas por mujeres facilita que la integración legislativa final favorezca
la paridad. No obstante, los mecanismos que hemos creado para tal efecto
funcionan bajo una serie de supuestos que no necesariamente se sostendrán en
todas las elecciones a futuro.
Para
empezar, podemos ver una característica de las elecciones de 2018 que
favorecieron la integración paritaria: el porcentaje de distritos ganados por
una sola fuerza política. A nivel federal, los partidos que conformaron la
coalición Juntos Haremos Historia ganaron 218 distritos de mayoría relativa,
73% del total.[3]
Tomando en cuenta que la mitad de las candidaturas son ocupadas por mujeres, si
una fuerza gana una proporción mayor de los distritos, por consecuencia la
integración tiene mayor probabilidad de ser paritaria. En Veracruz hubo un
fenómeno similar, con 67% de las diputaciones locales de mayoría relativa
siendo ganadas por una sola coalición.[4]
Sin
embargo, no todas las elecciones pueden producir un resultado de este tipo.
Dependiendo de los resultados en las elecciones distritales, es posible que se
elija a una cantidad desproporcionada de hombres por mayoría relativa. En Veracruz
tuvimos esa experiencia en las elecciones municipales de 2017, donde a pesar de
garantizar candidaturas paritarias, el 74% de los presidentes municipales
electos fueron varones.[5]
Para
efectos de ejemplificar, utilicemos un caso hipotético para las elecciones de
2021: Al cierre del conteo, los resultados rebotan que 250 diputados federales
electos son hombres y solamente 50 son mujeres. Evidentemente, en este caso no
se va a cumplir la paridad, ya que la distribución de las 200 diputaciones
restantes de representación proporcional tiene que ser paritaria. Entonces,
nuestra Cámara de Diputados federal terminaría con una integración final de 350
hombres y solo 150 mujeres; 70% de los diputados serían hombres.
Las
autoridades han hecho lo posible para implementar medidas que prevengan este
tipo de asimetrías. Una de ellas ha sido el procurar que los partidos no
discrimen a las candidatas mujeres, asignándoles contiendas con pocas
probabilidades de ganar y privilegiando elecciones más seguras para candidatos
varones.
Esta
medida supone que las preferencias partidistas en una localidad no varían
drásticamente de una elección a la siguiente, pero esto tampoco es un supuesto
que se sostenga. Las elecciones de 2018 fueron muestra de ello, donde Juntos
Haremos Historia arrebató distritos a otras fuerzas políticas que se
consideraban bastiones desde décadas atrás.
Ahora
llegamos a la cuestión que hace a las elecciones del 2021 únicas en la historia
de nuestra democracia, la introducción de la reelección legislativa. Si vemos
un nivel alto de reelección, entonces es probable que no haya mayor problema en
mantener la paridad en la Cámara baja, ya que habría pocos cambios en las
elecciones de mayoría relativa y la distribución proporcional siempre es
paritaria. Caso contrario, si vemos cambios drásticos en las elecciones
distritales, se abre la posibilidad para un escenario como el que hemos
ilustrado.
Ante
estas posibilidades, es importante que el legislativo, tanto federal como los
locales, planteen soluciones para garantizar la paridad en la integración de
los Congresos. Hacerlo podría vulnerar los derechos de ciertos legisladores a
ser reelectos a futuro, por lo que es importante realizar ponderaciones
correspondientes. Si se opta por limitar la competencia en la mitad de los
distritos de mayoría relativa únicamente a mujeres, entonces se podría
desplazar a ciertos legisladores electos por el voto popular.
Otra
opción podría ser adaptar la asignación de representación proporcional a los
resultados de mayoría relativa para garantizar paridad.
Regresando
a nuestro ejemplo hipotético; si los resultados distritales arrojaran 250
hombres y 50 mujeres, lo correspondiente sería que las 200 diputaciones
plurinominales fueran todas mujeres. De esta forma, se mantendría la paridad y
se privilegiaría el derecho a reelección para los legisladores que opten por
obtener el voto directo.
El
presidente del Instituto Nacional Electoral ya adelantó que este órgano
empezará a formular lineamientos para garantizar la paridad en las elecciones
del 2021, a pesar de no contar con legislación guía en la materia. Hace unos
meses, la propia Cámara de Diputados envió un proyecto de ley al Senado donde
se incorporan lineamientos para la reelección en 2021.
El
consenso parece ser claro, la paridad va. Ello no significa que debamos botar
la reelección a la basura, sino que debemos procurar la mejor forma para
garantizar un principio sin vulnerar al otro. La democracia nos exige garantizar
derechos, no basta con solo procurarlos.
Quizá es hora de cambiar el viejo lema a: Paridad efectiva, CON reelección.
Texto publicado en El Heraldo de Xalapa el 10 de agosto de 2020
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